La evolución demográfica de Ibiza a lo largo del último siglo ha sido intensa, reflejando transformaciones sociales, económicas y territoriales profundas. Esta estadística presenta datos clave desde 1900 hasta 2022, permitiendo comprender las dinámicas poblacionales y los retos que plantea el crecimiento actual y proyectado en la isla.
Evolución histórica de la población (1900–2022):
La población residente en Ibiza se ha multiplicado por 10 desde principios del siglo XX.
En 1900, la isla contaba con apenas 12.000 habitantes.
La cifra se duplicó en 1950 (25.000 hab.), y en 1970 superaba los 40.000.
La tendencia ascendente se mantuvo:
1981: 57.464 habitantes censados
1991: 75.373 habitantes censados
2001: 88.076 habitantes censados
2011: 133.472 habitantes censados
2022: 154.210 habitantes censados
Este crecimiento está ligado al auge del turismo, la inmigración internacional y la consolidación de Ibiza como un destino global.
Las décadas de los años 2000 y 2010 fueron especialmente significativas, con aumentos de más del 50% en cada período intercensal.
Distribución por municipios:
Los municipios con mayor población son Ibiza (Eivissa) y Santa Eulària des Riu.
En 2022, ambos sumaban más del 60% de la población de la isla.
Santa Eulària ha sido uno de los municipios con mayor crecimiento reciente, pasando de 35.514 habitantes en 2019 a 41.059 en 2022, lo que supone un incremento del 15,6%.
Sant Josep y Sant Antoni también han experimentado un crecimiento continuo, mientras que Sant Joan se mantiene como el menos poblado.
Perfil de la población:
Ibiza presenta una sociedad diversa y multicultural.
Alrededor del 30% de los residentes son extranjeros, destacando nacionalidades como la italiana, británica, alemana y magrebí.
La edad media se sitúa en torno a los 39 años, con una ligera mayoría femenina.
Existe una fuerte concentración de población activa en sectores vinculados al turismo, la construcción y los servicios, lo que refuerza la estacionalidad económica y demográfica.
Retos y proyecciones futuras:
Uno de los principales desafíos es la población estacional: durante los meses de verano, la población efectiva puede alcanzar o superar los 300.000 habitantes, más del doble de la residente.
Este fenómeno impacta en infraestructuras, vivienda, movilidad y consumo de recursos naturales.
La proyección a medio plazo indica un crecimiento moderado, con aumento de población extranjera no temporal (nómadas digitales, jubilados europeos, etc.) y presión sobre los servicios públicos y el mercado inmobiliario.